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La gatita Luna
Luna era una gatita siamesa muy curiosa y aventurera. Le gustaba explorar el mundo que la rodeaba y conocer cosas nuevas. Un día, decidió salir de su casa y pasear por el parque. Allí se encontró con muchos animales: pájaros, ardillas, perros, conejos... Luna quería hacer amigos, pero no sabía cómo acercarse a ellos.
- Hola, ¿quieres jugar conmigo? - preguntó Luna a un pájaro que estaba en un árbol.
- No, gracias. Tú eres una gata y yo soy un pájaro. Los gatos y los pájaros no se llevan bien - respondió el pájaro y se alejó volando.
Luna se sintió triste y siguió caminando. Vio a una ardilla que estaba comiendo una nuez y le dijo:
- Hola, ¿quieres compartir tu nuez conmigo?
- No, gracias. Tú eres una gata y yo soy una ardilla. Los gatos y las ardillas no se llevan bien - respondió la ardilla y se escondió en un agujero.
Luna se sintió más triste y continuó su paseo. Se cruzó con un perro que estaba corriendo y le dijo:
- Hola, ¿quieres correr conmigo?
- No, gracias. Tú eres una gata y yo soy un perro. Los gatos y los perros no se llevan bien - respondió el perro y siguió corriendo.
Luna se sintió muy triste y pensó que nunca iba a encontrar un amigo. Se sentó en un banco y se echó a llorar. Entonces, escuchó una voz que le dijo:
- Hola, ¿por qué lloras?
- Porque no tengo amigos. Nadie quiere jugar conmigo - sollozó Luna.
- Yo quiero jugar contigo - dijo la voz.
Luna levantó la cabeza y vio a un conejito blanco que estaba a su lado. Tenía unas orejas largas y unos ojos brillantes.
- ¿De verdad? - preguntó Luna con sorpresa.
- Sí, de verdad. Tú eres una gata y yo soy un conejo. Los gatos y los conejos no se llevan bien, pero eso no importa. Lo que importa es que seamos buenos y simpáticos - dijo el conejito con una sonrisa.
Luna se sintió feliz y le devolvió la sonrisa. Se levantó del banco y le dijo al conejito:
- Gracias por ser mi amigo. ¿Cómo te llamas?
- Me llamo Nube. ¿Y tú?
- Me llamo Luna. ¿Quieres que juguemos?
- Sí, quiero. ¿Qué te parece si vamos al columpio?
- Me parece genial. Vamos.
Luna y Nube se fueron al columpio y se divirtieron mucho. Se contaron historias, se hicieron cosquillas y se rieron juntos. Luna se olvidó de su tristeza y se dio cuenta de que había encontrado un verdadero amigo. Nube también estaba contento y pensó que Luna era la mejor amiga que podía tener. Desde ese día, Luna y Nube se hicieron inseparables y vivieron muchas aventuras en el parque.
FIN