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EL CRUPIER.

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Por: Carlos Jorge Mañá.

Crupier, adaptación gráfica de la palabra francesa "croupier", es la persona designada en una mesa de juego para conducir el mismo, tirar la bola en la ruleta, servir cartas, alcanzar los dados a los clientes, cobrar y pagar apuestas y en general asistir a los clientes en su juego alrededor de la mesa. Los crupieres suelen ser empleados de los casinos.

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1.
Era verano. El calor abrasador estaba compensado, en parte, por la refrescante brisa del mar. La pequeña ciudad balnearia y agrícola-ganadera estaba atestada de turistas ávidos de descanso y diversión. La inmensa playa era una de las mayores atracciones y la orilla estaba poblada de sombrillas y pequeñas carpas que llevaban los visitantes para protegerse de los rayos del sol. Era extremadamente oneroso alquilar esas de los diferentes balnearios y por lo tanto no recibían demasiada concurrencia. Existía una teoría generalizada que el propósito real detrás de ese esquema inentendible era el lavado de dinero, aunque los investigadores de la policía local, conociendo esa teoría y realizando continuamente las pesquisas de rigor, nunca habían podido obtener pruebas concretas sobre ese tema.

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Rocío Otterfuller López, la comisionada general de policía responsable de supervisar la actividad del cuerpo en cuatro ciudades cercanas incluyendo la ya mencionada (y con sede en la misma) le había asignado a Rómulo Cristante y a Eli, su esposa, a quienes consideraba sus "padres adoptivos", el apodo cariñoso y divertido de "el ex súper policía y su gran amor".  El matrimonio a su vez retribuía esos dichos llamando a Rocío y a sus colegas Corina Lorenzo y Antón Arreboira de la misma forma que pocos años antes los efectivos del cuerpo los habían bautizado. "La jefa y sus lugartenientes" aunque Corina era ahora "jefa" y Antón "subjefe", y todos, además, grandes amigos.

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El correr del tiempo, si bien no había transcurrido tanto, ya dejaba sus marcas en cada uno de ellos.

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Rómulo con calva incipiente, blancos los pocos cabellos remanentes, pequeño pero notorio abdomen, y alguna dificultad al caminar. Eli, con ciertas arrugas en su hermoso rostro que, en realidad, resaltaban su personalidad. Rocío completamente canoso, que originalmente había sido negro brillante, algo más lenta en sus movimientos, tal vez por la influencia de sus responsabilidades, pero siempre con firme andar luciendo su alta y delgada figura. Corina, hermosa, con aspecto de persona que había llevado pesadas cargas psicológicas propias de su profesión. Antón algo más movedizo, nervioso y muchas veces con gesto adusto provocado por la presión de innumerables y peligrosas misiones desarrolladas en poco tiempo.

Aquel día se realizaba un festejo inesperado. Rómulo había dedicado toda la mañana a leer una de sus novelas preferidas del autor Emilio Salgari, escuchando música de sus películas favoritas, "Tema de Lara" de Dr. Zhivago  y "Lawrence de Arabia", ambas piezas compuestas por Maurice Jarre, "El Padrino" de Nino Rota, "A la Hora Señalada" (con diferentes nombres de acuerdo al país donde se proyectó originalmente) de Dimitri Tiomkin. A primera hora de la tarde le propuso a Eli de acudir a la noche al casino y cenar luego en el restaurante del mismo ubicado frente a la escalera que daba a las salas de juego emplazada debajo de una gigantesca lámpara de innumerables caireles que engalanaba el edificio. Eli, entusiasmadísima aceptó prontamente. No tenían afición al juego. Pero se divertían enormemente observando las actitudes de los jugadores empedernidos y de los desbocados turistas que trataban de recuperar el costo de sus vacaciones en las diferentes mesas de juego, normalmente sin conseguirlo y muchas veces debiendo acortar las mismas por razones obvias. Así quedó programada la velada. Durante muchas tardes, Rómulo, en silencio e involuntariamente, recordaba a intervalos, mientras escuchaba música y leía, los primeros casos donde había tenido que disparar y cercenar vidas. Nunca deseó tener que tomar esas decisiones y los complejos de culpabilidad surgían con cada recuerdo, razón de más para tratar de distraerse esa noche junto a su gran amor. Desde hacía algún tiempo había cortado todo contacto con la jefatura. No estaba al tanto de nada de lo que ocurría dentro del ámbito policial salvo por las informaciones de los medios de comunicación, a los cuales por propia iniciativa oía sin prestar atención. Su mente lo había transportado a dos momentos de largo tiempo atrás. Uno, cuando debió matar a un asesino en serie que amenazaba su vida, dejando una viuda desconsolada. Otro, cuando un joven ladrón, luego de asaltar una estación de servicio y al verse acorralado disparó y mató a un transeúnte casual; a la voz de alto hizo el ademán de seguir disparando y la intervención de Rómulo se lo impidió. En este caso los padres del ladronzuelo y su hermanito menor agredieron a Rómulo cuando fue a darles la noticia. Si bien no le provocaron graves daños físicos, las cicatrices del alma nunca cerraron.

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2.

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Ese mismo día Rocío estaba en su despacho frente al monitor de su computadora, la cual la usaba básicamente para comunicación con las jefaturas de las ciudades de la cuales ella era comisionada general de la fuerza. Como consecuencia la pantalla estaba dividida en cuatro, cada separación comunicaba con las respectivas sedes a su cargo. Recibió una llamada de Eli en su celular contándole, con tono de alegría, la salida que habían programado. Luego de finalizada la misma continuó con sus labores.

El escritorio de cada oficial tenía una computadora con monitor algo más pequeño. En la realidad el sistema se usaba cada vez menos excepto para casos excepcionalmente complicados. Todos en la jefatura habían recibido celulares ultramodernos con tecnología "5g" incorporada hacía poco tiempo en el país, con posibilidades de adaptación a niveles aún más altos cuando estos pudieran estar disponibles. Eran plegables y cuando extendidos resultaban algo más grande que los usuales, pero siempre de tamaño confortable, y en esa condición permitían desplegar, de así desearlo, un teclado apto para prácticamente cualquier idioma. Tenía una capacidad enorme de gigabytes que permitían almacenar gran cantidad de aplicaciones de todo tipo, obviamente incluyendo todas aquellas con informaciones y desarrollos relevantes para la actividad de sus portadores. En otras palabras, cuasi mini computadoras mucho más prácticas que una notebook, y que inclusive se podía usar en el trabajo día a día con recarga fácil y rápida.

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Corina y Antón, con el beneplácito de Rocío, en conjunto habían decidido nombrar alguien del cuerpo para el cargo de "oficial asistente", vacante desde el ascenso de Antón a subjefe. Después de analizar el curriculum vitae de cada oficial se concentraron en unos pocos de ambos sexos. Se decidieron por la oficial Doriana Mastrocaro. Joven, rubia, de pelo casi blanco y ojos celestes muy claros (no era albina), de nariz relativamente pequeña y extremadamente atractiva, experta en todo tipo de lucha (artes marciales en general y boxeo), deportista destacada en varias disciplinas tales como fútbol, básquetbol y natación, de cultura general muy sólida y amplia y memoria fotográfica. Era algo más alta que Corina aunque algo más baja que Antón, de desarrollada musculatura y físico firme. Antón la llamó por mensaje a su celular y Doriana acudió inmediatamente, se presentó de uniforme, la cabellera hasta los hombros, pero la cara despejada ya que la sostenía su gorra de oficial; se cuadró hizo la venia y se puso a disposición de sus superiores. Antón miró a Corina quien le devolvió la mirada con un gesto de aprobación.

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Ant: - Hola Doriana, buenos días, relajate por favor. Aquí no respetamos tanto las formalidades. Sabemos qué hace relativamente poco tiempo que te incorporaste al cuerpo. Hemos leído tu dosier y queremos ofrecerte un cargo que implica un sueldo un poco mejor, pero lo más importante puede generarte riesgos bastante más peligrosos de los que pudieras haber enfrentado hasta ahora. Se trata de ser "oficial asistente" de tus superiores y solamente responderás ante nosotros, y por supuesto ante Rocío si ella así lo requiriera. ¿Te interesa? -

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Dor: - ¡Sí señor, desde luego!, puedo empezar ahora mismo si ustedes así lo disponen. Les agradezco su confianza y tengan por seguro que haré todo lo necesario para no defraudarlos. -

Cor: - Doriana. Qué lindo nombre. No lo había escuchado nunca. -

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Dor: - Lo que ocurre es que mis padres siempre fueron, y son aún ahora de ancianos, fanáticos de la literatura y tienen como autor preferido a Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde, más conocido como Oscar Wilde, escritor, poeta y dramaturgo británico de origen irlandés, nacido en 1854 y fallecido en 1900. Escribió una novela extraordinaria llamada "El Retrato de Dorian Gray" y de allí se inspiraron para bautizarme con mi nombre. Era un amante de la belleza de cualquier índole casado con una atractiva mujer con quien tuvo hijos al tiempo que tuvo un hombre amante y después de diferentes intercambios legales fue condenado a prisión con trabajos forzados por dos años .... por indecencia ...., así ocurría en el Reino Unido durante la época Victoriana. Durante su estadía en la cárcel escribió la carta "De Profundis", una epístola penitencial que resultó ser una maravillosa obra literaria que tengo en mi mente gracias a mi memoria fotográfica. -

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Corina y Antón intercambiaron miradas, sorprendidos y boquiabiertos. Estaban estupefactos ante tal discurso cultural. Continuó luego del diálogo.

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Cor: - ¿Vivís cerca? -

Dor: - Sí. A cuatro cuadras de aquí. En un departamentito de un ambiente frente a la playa. En esta época el paisaje rebosa de turistas. A veces me canso de ver tanta gente. Yo soy de esta ciudad de toda la vida y mis padres me acostumbraron a la tranquilidad, fuera del trabajo por supuesto. Ahora es un barullo continuo. Bueno, es lo que hay. -

Cor: - Ok, Doriana, andá a tu casa ahora mismo, cambiate de ropa y vestite de civil. Ropa liviana para sobrellevar el calor. Luego vení que te daremos la placa identificatoria, la pistola liviana que usamos ahora fácil de ocultar ya sea en su funda para pantalón o pollera o alternativamente la funda sobaquera, la que prefieras o las dos si querés alternar, y una cartera pequeña para colgar y llevar dentro varios cargadores de repuesto. Te esperamos. -

Doriana salió prestamente rumbo a su domicilio y en un lapso de media hora volvió a la jefatura vestida con una camisa celeste larga, pantalones amplios, un pequeño y coqueto sombrero y zapatillas de running.

Le hicieron entrega de todos los elementes pertinentes al nuevo cargo. Y ocupó en escritorio contiguo al de sus superiores. Entonces comenzó su nueva tarea.

3.
Sonaron al unísono los diferentes tonos de los celulares de toda la plana mayor de la jefatura. Todos recibieron el mismo mensaje "muy urgente". Ruperto Jaime Calción se había fugado de la cárcel aislada, pero cercana en equivalencia de distancia, a las cuatro ciudades cuyas jefaturas estaban bajo la supervisión de Rocío. No habían informado nada a los medios para evitar publicaciones que pudieran ayudar al fugitivo a esconderse. A fin de simplificar el procedimiento quienes coordinaban el reporte enviaron a los celulares dos fotografías clarísimas de Ruperto. Una de la cara, de apariencia juvenil, aunque no lo era tanto, de pelo castaño y algo rizado y mirada de vaga expresión pero hermoso semblante, y otra de cuerpo entero de figura común y corriente. El mensaje concluía con ciertas advertencias. Es un sicario, asesino a sueldo, y un eficiente profesional del disfraz y de la falsificación de cualquier tipo de documentos, motivos por los cuales podría ser difícil su captura. Había estado preso ocho años, parte de una condena a prisión perpetua. Era imperativo encontrarlo a cualquier costo.
Rocío dispuso medidas de seguridad en las cuatro ciudades, Corina y Antón implementaron tácticas de rastreo con los efectivos disponibles y
Doriana quedó atenta por cualquier nuevo evento que pudiera surgir a fin de poder actuar rápidamente.

El magnífico casino de la ciudad abría las puertas de las salas de juego a los empedernidos jugadores automáticamente a las 1900 horas y las cerraba de la misma manera a las 2400 horas. Nadie podía entrar o salir antes o después de esas horas. La única persona que tenía la clave para manipular las puertas fuera de los horarios de juego era uno de los directores del casino que estaba de viaje por Europa por un par de semanas. No se le podía contactar, ya que siendo invierno en esa parte del mundo había alquilado una cabaña emplazada en una zona montañosa y nevada de Suiza, donde no tenía teléfono fijo ni señal para celular y donde podía practicar a sus anchas su deporte favorito, el esquí, sin ninguna interrupción indeseable.

Al anochecer el matrimonio Cristante, vestidos de elegante sport, partieron a cumplir con su programada "distracción". Caminaron, ya que su ruta solamente significaba andar tranquilamente unas pocas cuadras. Eli tenía un extraño presentimiento. Los seguían. Se lo comentó a Rómulo quién la tranquilizó diciéndole que no era posible, que debía ser su imaginación. En su mente aún rondaban aquellos penosos recuerdos y descartó esa posibilidad sin tener en cuenta que su domicilio era conocido por prácticamente todos los habitantes de la ciudad, y de no conocerlo alguna persona le sería muy fácil averiguarlo.

Eli tenía razón.

Alrededor de las 2100 horas Rómulo y Eli llegaron al casino. Caminaron entre las mesas de juego disfrutando de las diversas actitudes ridículas de los abundantes ludópatas. Luego se sentaron en un confortable sillón delante de una de las mesas de ruleta y bebieron unas gaseosas. Jugaron unas fichas excepcionalmente y, como ocurre muchísimas veces con los que juegan solo por diversión, ganaron. La envidia de los concurrentes a esa mesa era notoria.

A las 2315 horas de los altoparlantes de las salas surgió el aviso usual del cierre a los quince minutos siguientes. Los guardias de seguridad conminaron a quienes se negaban a retirarse hasta no recuperar su dinero, a dejar la sala o atenerse a las consecuencias, que podían consistir en ser arrasados por la fuerza o quedarse encerrados en las salas hasta el día siguiente cuando serían detenidos y arrestados por el lapso de una semana. A esa misma hora los crupieres de ruleta lanzaron el (para algunos aterrador) grito de "¡ultima bola de la noche!", seguido pocos instantes después de "¡no va más!".

Rómulo y Eli salieron adecuadamente y acudieron al restaurante mientras las puertas detrás de ellos comenzaban a cerrarse. Todo el personal del casino había salido también. El vestuario estaba ubicado a un costado del edificio y se dirigieron a cambiarse su ropaje "profesional" por amplia y fresca vestimentas propias del verano. Luego de una hora y media, cuando no quedaba nadie en el casino, terminaron de cenar, pagaron la cuenta y se retiraron. El restaurante quedó desierto ya que todos los empleados del mismo salieron junto con la pareja, se despidieron y tomaron diversos rumbos con destino a sus domicilios.

El matrimonio comenzó a desplazarse con la intención de rodear el edificio para, una vez más, contemplar atónitos la majestuosa construcción. Rodeando las salas de juego se podía apreciar un imponente teatro en forma de platillo volador. Debajo un gran estacionamiento cercado por filas interminables de macetas con altas plantas y flores de diferentes tipos y colores dando un toque de color al lugar que a su vez lindaba con la extensa arboleda del parque, con su arquitectónico recinto alto y cerrado con un antiguo candado donde se ubicaba un centro distribuidor de electricidad de la usina de la ciudad. Llegaron nuevamente al pie de la gran escalera de entrada frente a la costanera.

Allí ocurrió.

4.
Interrumpiendo la quietud de la noche sonaron dos disparos provenientes de la zona de matorrales que adornaban el costado derecho de la imponente entrada al casino. Las ventanas de varios de los departamentos de la vereda contigua a éste se iluminaron repentinamente y las cabezas de vecinos alarmados por el sonido se asomaron curiosas para observar que había ocurrido. Salvo dos cuerpos tendidos en la vereda frente a la costanera no se veía a ningún transeúnte.

Hubo llamadas de emergencia a la jefatura de policía de la ciudad, cuyos efectivos llegaron prontamente.

Rómulo había muerto instantáneamente, según determinó más tarde el forense, del certero disparo en la cabeza, mientras que Eli todavía vivía cuando la vieron. Quién hubiese disparado apuntando a su pecho había atinado. Luego de varios minutos recibiendo asistencia murmuró - Nos vemos pronto, mi amor. - y falleció.

El forense no daba crédito a lo que veían sus ojos. Un sargento llegado con los efectivos llamó a Doriana quién salió disparada de su domicilio hacía la escena del crimen. Estupefacta observó lo ocurrido y ordenó que revisaran todo el área circundante, rodeando con cintas demarcatorias aquellos lugares que podrían haber sido abrigo del criminal, a fin de tratar de encontrar pistas, y de cercar la zona donde yacían los cadáveres. Ella misma encontró debajo de unos rosales linderos al casino un par de anteojos con marco de metal dorado reluciente,  y lentes con aumento mínimo. Al lado de los mismos se encontraba una pistola Glock, que luego resultó ser aquella de la cual salieron los fatídicos disparos.

Doriana conocía al matrimonio superficialmente pero sabía de la relación que tenían con Rocío y de lo mucho que apreciaban a Corina y a Antón. Decidió hacer una llamada grupal por su celular a estos dos a fin de informar, la cual fue muy corta porque al escuchar la noticia cortaron la comunicación.

Muy poco tiempo después, y junto con Rocío, aparecieron como si hubieran surgido de la nada, en la escena del crimen, todos, todavía, con ropa de cama.

Rocío se acercó a los cuerpos, les dio un beso en la frente a cada uno y luego se irguió y sin moverse, llorando silenciosamente y con los dientes apretados por la tristeza y la ira, se quedó quieta por largo rato mirando el mar.

Corina y Antón se instalaron uno a cada lado de Rocío, bajaron la cabeza. Ellos también lloraban pero desconsoladamente. Luego de un lapso de tiempo, que parecía interminable, abrazaron fuertemente a Rocío quién luego de sobreponerse, dentro de sus posibilidades pidió que la informen de todo lo que se supiese sobre lo ocurrido.
Doriana, que había permanecido en silencio hasta ese momento, en señal de respeto y cariño por la partida de la, ya casi, leyenda de la ciudad y su amada esposa, relató lo que había averiguado de los vecinos cercanos, y también contó sus hallazgos.
Rocío, que era la única que sabía el programa planeado por el matrimonio, luego de detallarlo le pidió a Corina y Antón que se dedicaran a buscar pistas, en adición a la que ya disponían, en todos los lugares pertinentes alrededor del casino, incluyendo las posible rutas que el matrimonio hubiera seguido para llegar al mismo. Luego le ordenó a Corina que interrogara a todos los que pudieran haber estado esa noche en las salas de juego y en el restaurante y que también tratara de obtener mas indicios de lo ocurrido. Tenían que hallar al culpable. Doriana averiguó en Google de su celular los horarios de entrada y salida de las salas y mientras tanto revisó el restaurante y  el vestuario que si bien tenían sus puertas cerrada con llave, y sin esperar ninguna orden judicial, las abrió de una forma poco ortodoxa pero eficiente, sin producir ningún destrozo.

No encontró nada de interés. Decidió esperar hasta la apertura de las puertas para tratar de conseguir las filmaciones de las cámaras de seguridad del interior. Entretanto, caminó observando el estacionamiento, los matorrales y la vereda de atrás donde se encontraba el recinto del centro distribuidor de electricidad. Lo único que le llamó la atención fue el reluciente candado plateado que aseguraba las puertas de metal del mismo con aspecto de recién estrenado. Lógicamente supuso que la usina habría revisado y puesto al día las instalación y todo lo relacionado con la misma. Se retiró a su domicilio para tener un momento de descanso y retornar a sus tareas de investigación.

Corina y Antón no habían encontrado nada nuevo.

La sospecha general recaía sobre Ruperto Jaime Calción, el fugitivo, de quien todos estaban en posesión de su fotografía y esperaban encontrarlo de un momento a otro. Pero .... ¿por qué? .... misterio que Doriana trataría de descifrar.

5.
Al día siguiente mientras los cuerpos del matrimonio estaban todavía en la morgue los habitantes de la ciudad, al enterarse de lo ocurrido, se auto convocaron a la plaza del centro viejo de la ciudad, mucho mas grande que aquella de la coqueta villa balnearia. Los turistas observaban azorados la enorme cantidad de gente que se desplazaba por las calles y en cualquier tipo de transporte en esa dirección. Rómulo y Eli "ya" merecían su homenaje. Todos sabían que hacía tiempo ellos habían dispuesto que, cuando llegara el momento, sus cuerpos fueran cremados y sus cenizas arrojadas al mar. Siendo ambos fuertemente creyentes en Dios consideraban que quedarse en la parte más querible del lugar donde habían vivido toda su vida era un camino que reforzaría su cercanía al Todopoderoso. Al homenaje acudieron Corina con su hermana Carmelita, madre sotera de Jacob (un niño que ya aparentaba ser un poco mayor que aquel que solía pasear por el parque con la superheroína de su tía), Antón y Doriana. Una vez que la muchedumbre colmó la plaza y sus alrededores, y luego de varios minutos de silencio, lanzaron a viva voz tres hurras por los difuntos, y en silencio volvieron a sus quehaceres usuales. Rocío no había acudido. Había decidido pasar el mayor tiempo posible del día rezando en la iglesia de la villa por el alma de sus amados Rómulo y Eli.

Cuando el casino abrió sus puertas Doriana junto con cuatro efectivos interrumpía el paso de los jugadores pidiéndoles que se identificaran. Los crupieres que variaban continuamente ya sea que alternaban los días de trabajo o que fueran nuevos visto que continuamente el casino contrataba por Internet a algunos provisorios, debido al hecho que muchos faltaban sin previo aviso para realizar alguna tarea durante el día que redituara en algún refuerzo de sus ingresos, necesario para el mantenimiento adecuado de sus familias. Esta situación era uso y costumbre y no era desechada por los gerentes de los casinos, en general. Para evitar ciertas trampillas se generaba por Internet una credencial identificando a cada crupier que inevitablemente tenían que exponer ante el servicio de seguridad del lugar. Ahora también tenían que hacerlo ante la policía. Los empleados del lugar también tenían sus credenciales pero obtenidas en forma física en el local ya que no alternaban por ninguna razón y si dejaban el trabajo por el motivo que fuera entregaban su identificación permanente. Ellos también estaban siendo controlados.

Doriana dejó a cargo del control a los efectivos y subió a las salas de juego.

Pidió ver todas las filmaciones a color de las cámaras de seguridad, de altísima tecnología, del día del acontecimiento.

La filmación mostraba el recorrido de Rómulo y Eli. En un momento dado se sentaron en el sillón que estaba frente a una mesa de ruleta abarrotada de desesperados jugadores y con un joven crupier que los mantenía ordenados con firmeza. Vestido con su smoking, pelo y ojos color miel, anteojos y de contextura firme, se hacía respetar al tiempo que ejercía las funciones propias de su profesión. De esa manera evitaba tumultos entre los jugadores tratando de hacer sus apuestas antes del famoso grito de - ¡No va más! -

Al lado del sillón se encontraba de pie una persona tomando lo que parecía ser un whisky, sosteniendo el vaso con la mano derecha y la otra dentro del bolsillo de su pantalón. Llevaba puesta una gorra tipo béisbol, y, por lo tanto, no se podía apreciar claramente su rostro. Usaba una camisa a cuadros suelta y un pantalón jean. A Doriana le extrañó, y a pesar de lo terrible de la situación, le causó un ápice de gracia, ver una pequeña etiqueta saliendo del cuello de su camisa. Pensó que había olvidado de retirarla.

Repentinamente, tras percibir algo extraño, ordenó al operador de la cámara que detuviera la imagen y que la acercara lo mas posible al crupier.

Los anteojos que usaba parecían ser aquellos que Doriana había encontrado en la escena del crimen.

Preguntó por el jefe de operaciones de turno y averiguó el nombre del crupier. Gino Santisco. Llamó por su celular al forense y le pidió analizar las huellas digitales, de haber alguna, en los anteojos y en la pistola que él se había llevado en la característica bolsita de plástico que usaban para preservar las pruebas y averiguar si coincidían con las de Gino, que seguramente estaban registradas y aparecían en la correspondiente aplicación de la policía. De hecho así estaban desde el momento en que había solicitado, pocos años atrás, renovación de su documento de identidad, por hallarse el anterior en condiciones ilegibles.

Coincidían.

Llamó a la jefatura, e informó en modalidad grupal a Corina y a Antón. Estos a su vez contactaron a Roció, quién obviamente aún desconsolada y ya en su domicilio obtuvo inmediatamente vía mensaje la orden de captura del individuo en cuestión.

Era impresionante observar el despliegue de los miembros de la fuerza cuando salieron a buscar al presunto asesino, en patrulleros, motocicletas y a pie.

Sin embargo, a pesar de las pruebas tan concretas y determinantes, a Doriana algo no le cuadraba. Tenía la extraña sensación que algo había en la filmación que se le estaba pasando por alto, pero no podía darse cuenta de que se trataba.

6.
Un par de días después de los macabros eventos ocurridos, la búsqueda seguía siendo infructuosa.

Rocío, Corina y Antón estaban exhaustos. Doriana, más joven y extremadamente entrenada, se mantenía intacta y decidió ir al casino a evaluar nuevamente in situ todo el panorama. Tal vez surgiría algo nuevo.

Acudió a la mesa donde había visto a Gino en la filmación. Estaba sobrepoblada de fanáticos. Parecía que el crupier tendría problemas en controlarlos, pero al igual que su antecesor, con firmeza regulaba el desarrollo del juego. Doriana lo observó cuidadosamente. Era extremadamente atractivo. De edad dificíl de determinar. Cabellos negros peinados hacia atrás y mantenidos así con algún tipo de fijador, ojos celestes, y barba incipiente mantenida así con esmero. El prototipo de un galán de cine. Su credencial que llevaba sostenida, a la vista, de su bolsillo superior del smoking mostraba la foto de su cara y su nombre, Rafa Cantera, y resaltado en letra negrita "crupier provisorio", dando a conocer que había sido contratado en lugar de un ausente que, si retornaba, retomaría su puesto, caso contrario, transcurrido un mes, el "provisorio" podía optar por ser permanente y recibiría credencial acorde a ese nuevo status.

Al momento de abrir las puertas, además de los ya consabidos jugadores, había dos crupieres provisorios además de Rafa. Solamente dejaron entrar a uno para ocupar otra vacante aparte de la que había dejado Gino. El otro fue despedido debido a que estaba cubierta la vacante, ante las airadas protestas del decepcionado candidato que clamaba haber hecho los trámites pertinentes, sin ser escuchado por los empleados de seguridad.

Doriana escudriñaba uno por uno a los asistentes a esa mesa de juego. Vio varias caras que ya conocía de la filmación. Evidentemente concurrentes consuetudinarios que, con sus restringentes cábalas, ocupaban siempre el mismo lugar. Buscó, pero no encontró, al hombre de la camisa a cuadros de quién no había podido distinguir claramente su cara. Seguramente era un turista y visitante eventual, como había muchos, de las instalaciones. Ella percibía cada vez más profundamente que algo andaba mal.

Decidida a descansar un rato fue a comprar un jugo de ananá para relajarse y se sentó en el sillón donde había estado el matrimonio Cristante.

Notó la mirada penetrante de Rafa que le dedicó una sonrisa. Inmediatamente se sintió irremediablemente atraída por el crupier. Continuamente intercambiaban casi imperceptibles gestos de mutua admiración.

Llegó la hora de la última bola. Rafa cantó - ¡Negro el once! -

Un solo jugador había coronado de fichas este número y prácticamente saltando de alegría le dio una de propina al crupier, cobró su ganancia y se retiró rápidamente. El local estaba ya casi desierto cuando Rafa se acercó a Doriana.

Hablaron muy amablemente y con cierto notorio, y mal disimulado interés recíproco.

Raf: - Hola, buenas noches. Como ya habrás visto en mi credencial me llamo Rafa. ¿Puedo conocer tu nombre? -

Dor: - Sí, me llamo Doriana. -

Raf: - Hermoso nombre, hace juego con tu belleza. -

Doriana se sonrojó ante semejante cumplido. No era persona de dejarse llevar fácilmente por este tipo de situaciones. Pero en este caso sentía algo diferente.

Dor: - ¡Muchas gracias!, es muy lindo eso que me dijiste. -

Raf: - Ya sé que es algo atrevido y acabamos de conocernos. No te quiero ofender. Te invito a cenar. No tenés que aceptar, pero si lo haces podemos aprovechar el tiempo para conocernos. ¿Qué te parece?. -

Dor (bajando la cabeza): - No sé si me creerás. Es la primera vez que hago esto. Sí, vamos. Pagamos a medias. -

Raf: - Eso lo veremos, lo importante es que salgamos de aquí porque es casi la hora de cierre. Te parece bien si vamos al restaurante del casino aquí enfrente. Se come muy bien allí. -

Era el mismo lugar donde Rómulo y Eli habían cenado el día del fatídico suceso.

Dor: - De acuerdo. -

Salieron rápidamente. Rafa no fue al vestuario. Se quedó vestido de smoking. Desprendió su credencial del bolsillo y la guardó. Entraron al restaurante.
Ella ordenó lenguado al champignon y una botella pequeña de agua mineral, y él pidió lomo  a la pimienta con papas a la crema y un vaso de vino tinto de la casa.
Conversaron largo rato. Doriana le contó sobre su vida y su trabajo. Rafa, algo sorprendido por el hecho que ella era oficial de policía, contó brevemente anécdotas de su niñez y en forma detallada cómo aprendido el oficio básicamente mirando videos en YouTube, lo cual produjo cierta sonrisa reflejada en el semblante de Doriana. El romance se percibía en la mesa. Pidieron la cuenta y ante la insistencia de Doriana pagaron a medias.

Rafa le ofreció acompañarla a su departamentito, jocosamente intimándola a que no le apuntara con su arma en caso de que no le gustara algo que le dijera. Doriana palpó el arma en la funda y le mostró su credencial que llevaba colgando debajo de la camisa y riéndose dijo - ¡Tené cuidado! -
De muy buen humor llegaron al domicilio de Doriana quién, con cierta vergüenza invitó a Rafa a entrar y tomar café. Él aceptó de buena gana.

Una cosa llevó a la otra y el romance se concretó más apasionadamente de lo que Doriana y tal vez el mismo Rafa hubieran intuido.

Rafa tomó un ducha y ya exhausto le dio un beso a Doriana y se durmió.

Temprano a la mañana Doriana despertó. Se dirigió al toilette y al pasar notó que Rafa, todavía durmiendo había dejado su credencial en la mesita de luz a su costado. Se acercó y admiró el rostro de quién ya pensaba sería muy posiblemente el amor de su vida. También vio una pequeña cajita con la leyenda "Optica Razzo". No le prestó atención.  

Le daba vueltas por la cabeza la sensación que algo se le había pasado en su investigación.

Se duchó, se acicaló y tomó la toalla que había usado Rafa para colocarla junto con la que había usado ella en el cesto para luego enviarlas al lavadero como era su costumbre. Se extrañó un poco al notar en la de él unas pequeñas manchas negras.

Sin prestar más atención salió del toilette. Rafa ya estaba despierto y esperando su turno para entrar.

Se saludaron con ciertos arrumacos. Él se dio vuelta y se aprestó a usar dicha instalación. Doriana observó que tenía dos líneas negras en el cuello. Algo sacudió su cerebro. Su memoria fotográfica empezó a funcionar. Se vistió y colocó sus elementos policiales de acuerdo a las instrucciones recibidas. Tomó su celular y entró en una de las aplicaciones pertinentes.

Cambió el gesto tan drásticamente que hubiera asustado a quién pudiera haberla visto en ese momento. Se tambaleó algunos segundos. Pronto volvió a la compostura. Se acercó a ver el contenido de la cajita al lado de la credencial del crupier. La abrió. Tenía una leyenda pequeña que decía "REPUESTO", y contenía un par de lentes de contacto de color celeste.
Rafa salió del toilette en calzoncillos. Doriana le mostró la foto en la pantalla del celular y le apuntó con su pistola, y habló muy seriamente.

Dor: - ¡Este sos vos, Ruperto, alias Rafa!, tenés el pelo teñido de negro con la tintura que se descolora fácilmente, de allí las manchas negras en la toalla y en el cuello, y llevás lentes de contacto color celeste, cuyo par de repuesto se encuentra en esa cajita y te dejaste la barba incipiente. -

Raf/Rup: - ¿Cómo se te ocurre tal disparate?, no seas tonta. -

Dor: - Yo no te conté algo, sin proponerme ocultarlo. Se me pasó. Yo tengo memoria fotográfica. Al notar los elementos de tu disfraz inmediatamente recordé la foto que nos había suministrado en la jefatura. La depuré en mi cerebro que en ese sentido actúa como una computadora y apareciste vos. Estás arrestado. No te muevas. Otra cosa, ¿cómo conseguiste el puesto en el casino? …. ¿y dónde esta Gino?, que yo sepa nadie lo vio. No me digas que se escapó porque todas la salidas de la ciudad están controladas. Creo que de alguna manera lo mataste y lo inculpaste ¿no es cierto?. Lo cual me lleva a pensar que sos el asesino del matrimonio Cristante. Además cuando vi la filmación de la cámara de seguridad, había un hombre con camisa a cuadros y gorra, difícil de reconocer pero ahora me doy cuenta que eras vos. ¡Hablá! -

Raf/Rup: - Estupideces, no decís más que estupideces. -

Y amagó con tratar de sacarle la pistola a Doriana quién le dio un poderoso golpe en la sien, quedando algo atontado.

Dor: - Sos experto en disfraces y un excelente falsificador. De allí que entiendo cómo es que tenés una credencial para el casino. Entraste en lugar del que fue rechazado por la gente de seguridad del casino. Sos Ruperto Javier Calción y no lo podes negar, te van a reconocer de inmediato sin el disfraz. El resto te pido que lo confieses. -

Raf/Rup: - No. Y dejáme tranquilo. Voy con vos porque no pierdo nada. Ya tengo la perpetua sobre mi cabeza. -

Dor (iracunda): - ¡Decime ahora mismo todo lo que hiciste! -

Raf/Rup: ¡Nooooo! -

Doriana enfurecida le propinó primero una patada en la rodilla, al caer le pisó una mano quebrándole todos los huesos de la misma y estando en el piso le apuntó en el medio de la frente con la pistola amartillada y lista para disparar.

Dor: - Mirá, en este momento no me importa mi carrera. No me importa nada. ¡La puta que te remil parió! Decime todo lo que hiciste o te vuelo la tapa de los sesos. Y decime también porque te quedaste en la ciudad después de la masacre que cometiste.
Asustadísimo por la expresión de Doriana y no habiendo testigos que podrían denunciar lo que pasaba, corría el riesgo de que ella cumpliera su amenaza. Él no portaba ningún arma en ese momento .... pero .... ¿quién daría constancia?

Raf/Rup: - Hagamos un trato, te digo que hice con Gino, Rómulo y Eli. Lo ratifico en confesión ante un juez. No me mates, yo callo toda esta tortura. Pero vos averiguá solita por qué maté a Romulo y a Eli, y por qué no me fui de la ciudad. -

Dor: - Trato hecho, pero habla rápido porque ya voy a llamar a la jefatura. -

Raf/Rup: - Me fugué de la cárcel para venir a esta ciudad. Cómo allí vestimos ropas comunes hice dedo a un camionero con la plena seguridad que no me reconocería. Llegué. Robé ropa en una tienda. Me llevé una gorra, una camisa a cuadros un pantalón, un par de zapatillas, unos zapatos y el smoking con la camisa de gala y el moño que vos viste. -

Dor: - Te olvidaste de sacar la etiqueta de la camisa, boludo. Seguí. -

Raf/Rup: - Ay, no te perdés nada. El día del hecho en si, había averiguado fácilmente el domicilio del matrimonio, el camionero me lo dio mientras hablaba de la leyenda de la ciudad. Luego ya vestido con la camisa a cuadro que más tarde viste en la filmación me asenté cerca de la puerta y los seguí al casino, subí detrás de ellos y quedé estudiando el panorama. Salí de la sala casi a última hora, lo esperé a Gino cerca de la salida del casino mientras Rómulo y Eli cenaban. Lo rapté sin que nadie supiera. Actué con guantes. Lo maté a golpes con una gran tenaza que había llevado. Lo escondí momentáneamente detrás de los matorrales. Esperé la salida del matrimonio, los maté. Le puse la pistola en la mano a Gino para que tuviera sus huellas digitales y la tiré cerca de los cuerpos, junto con sus anteojos que obviamente ya tenían esas huella. Arrastré rápidamente el cuerpo hasta el recinto de distribución de electricidad. Corté el candado con la tenaza. Arrojé el cuerpo adentro y coloqué el nuevo candado. Un par de días después de vivir escondido y comer lo que desperdiciaban en los restaurantes del parque me disfracé de crupier y el resto ya lo conocés. -

Doriana llamó a la jefatura, siempre apuntando a Rafa/Ruperto con la pistola amartillada.

Dor: - Levantáte, vamos afuera a esperar a los efectivos y un solo movimiento en falso lo vas a pagar muy caro. -

Llegaron los efectivos. Se llevaron a Ruperto Jaime Calción. Quedó encarcelado a la espera de la audiencia con el juez de turno.
Mientras tanto Doriana buscaba afanosamente pistas que le aclararan las razones del asesinato del matrimonio y luego quedarse en la ciudad.

Fue entonces que nuevamente surgió su memoria fotográfica. Recordó haber visto escrito en algún lado el apellido "Calción", cosa que no había pensado hasta ese momento, por lo que se culpó con gran disgusto. Abrió en su celular la aplicación que mencionaba todos los crímenes ocurridos desde muchos años atrás hasta ahora. Buscó ese apellido, que, seguramente, había visto en la escuela de policía en cursos referidos al tema mencionado. Lo encontró buscando hechos ocurridos bastante tiempo atrás.
 
"Humbaldo Ladislao Calción, un joven de familia de clase media intentó robar en una estación de servicio en una de las calles principales de la ciudad. El encargado logró pulsar el botón de alarma y los efectivos policiales llegaron a tiempo. El joven, al encontrarse sin escapatoria posible, disparó su arma al azar, aparentemente con el ánimo de cubrir su retirada. La bala atinó a un transeúnte, el señor Arsenio Levez, quién murió instantáneamente. Los agentes del orden se posicionaron para detener al ladrón quién a continuación hizo ademán de continuar disparando con el obvio riesgo de sesgar otras vidas. El inspector de civil al mando del operativo, Rómulo Cristante, al observar este comportamiento disparó su pistola matando al joven y evitando desgracias mayores. El inspector se negó a dar declaraciones aparentemente muy apesadumbrado por lo ocurrido. La situación empeoró cuando los integrantes de la familia Calción, es decir los padres del occiso Jacobita y Arnulfo y su hermanito menor Ruperto Jaime, intentaron agredir al inspector a fuertes golpes de puño. El personal de cuerpo reprimió el ataque y ordenó a la familia retirarse a su domicilio. Cuando partían se escucho la voz del niño que gritó - ¡Tarde o temprano te voy a matar, a vos y a tu familia, recordálo. -"

Doriana reportó rápidamente su hallazgo, que evidentemente resultaba ser el motivo de la masacre acaecida.

Inmediatamente su cerebro descartó la posibilidad de que ese asesino pudiera haber sido algo mas que una aventura pasajera. No sin cierto sufrimiento interior que la carcomió durante algún tiempo.

7.
Al día siguiente Ruperto fue llevado a Juzgado en lo Penal, sito a una cuadra de la playa. Los turistas de la zona se preguntaban, curiosísimos, que ocurriría. Luego se enterarían por los diarios locales, quienes se tomaran el tiempo de leerlos.

Escoltado por una bien armada custodia compuesta de cuatro efectivos se disponían a liberarle el camino para un fácil desplazamiento. En la puerta del penal estaban Rocío, Corina, Antón y Doriana.

A pesar de estar esposado, Ruperto empujó al guardia de su izquierda y logró hacerse de su pistola con el claro propósito de abrir fuego ante cualquiera que se le cruzara en el camino.

Antes que el sicario pudiese hacer nada las tres mujeres y el hombre en el umbral de la puerta desenfundaron rápidamente y gatillaron dos veces cada pistola, dando en diferentes partes del cuerpo del objetivo que cayó pesadamente después de oscilar en el aire al ritmo de los balazos.

Todavía vivía cuando cayó al piso.

Doriana se acercó al cuerpo y escuchó el susurro que salió de su boca antes de morir. - Ruego que me disculpen, me quise quedar pero no voy a poder verlos. -

Extrañada por estas palabras, le comentó el hecho al resto, que no podían descifrar la intención dentro de esa expresión.

Todos se retiraron dejando la actividad que correspondiera a partir de ese momento a sus subalternos.

Corina extremadamente cansada fue a la casa de su hermana Carmelita a relajarse conversando con ella.  También quería darle un beso a su sobrino Jacob, pero estaba en la casa de un compañerito estudiando para una prueba de matemáticas del día siguiente.

Carmelita trabajaba desde hacía varios años, desde su casa. El dueño de la principal fábrica de alfajores de la ciudad la había contratado para ejercer el control de toda la documentación de su actividad comercial. Facturación, cobros, pagos, etc. Tiempo atrás acudía todos los viernes a la casa central para retirar todos los papeles necesarios para dicha acción. Hoy en día con la tecnología, la computación y los celulares esos viajes no eran necesarios. Una vez por mes se reunía con el dueño con quién había desarrollado una confianza inaudita. Era un señor mayor sin familia. Se había encariñado con Carmelita y ella con él. Tal es así que dichas reuniones mensuales se desarrollaban en casa de ella, tomando café y, por supuesto comiendo alfajores. Todo esto le venía cual anillo al dedo para poder trabajar y atender a su amado hijo.

Corina se sentó en el sillón del living. Dejó el celular en una mesita contigua junto con todos los elementos policiales de costumbre.

Cor: - ¿Cómo estás, hermanita querida? -

Car: - Bien, pero muy cansada. Si yo estoy así, cómo estarás vos con ese trabajo tan pesado. Tenemos nada más que un año de diferencia pero te ves más entera que yo. Claro que en esta época con los turistas trabajamos el doble que lo normal y podría ser por eso. Además estoy estudiando inglés. Lo dejé cuando estaba embarazada, aún cuando ya había avanzado mucho, ahora lo quiero terminar. -

Sonó el celular de Corina. Era Antón que le informaba que ya estaba cerrado el caso y que le mandaba el expediente. Así apareció el mismo en la pantalla de su celular encabezado por la fotografía del sicario. Carmelita la pudo ver.

Car: - ¿Que hacés vos con la foto de Ruperto? -

Cor: - Es un sicario que acabamos de matar cuando quiso escapar. -
Carmelita se dobló casi por la mitad.

Cor: - ¿Qué te pasa, por favor?

Car: - Nada. Nada .-

Cor: - Vamos hermanita, contáme. -
Car: - Supongo que ya no importa. Ruperto era el padre de Jacob. -

El semblante de Corina estaba pálido, blanco como una hoja de papel.

Car: - Te cuento. Yo nunca le dije a nadie quién era el padre de Jacob. A mi hijo le puse ese nombre porque, como te dije en esa época estudiaba inglés y me dijeron que James, o sea Jaime en español, el segundo nombre de Ruperto era equivalente a Jacob y eso haría que siempre lo recordara porque lo quería muchísimo. Nos conocimos en una confitería. Tuvimos un corto romance y quedé embarazada. Él era muy dulce y amable. Hasta que se enteró de mi estado. Me quiso obligar a que me deshiciera del bebé. Le dije que de ninguna manera. Que era una vida que iba a respetar hasta con la mía. Me dijo que en ese caso se iría, no quería esa responsabilidad. Tenía ciertas cosas que hacer y esa situación le estorbaría. Le rogué que se quedara pero me sacó a los empujones y se fue. Poco tiempo después me enteré por los medios de sus actividades y el consecuente encarcelamiento. Escuché de una fuga pero no dieron el nombre del prófugo y tampoco me preocupé de seguir el tema. Ya te darás cuenta porque nunca quise hablar del tema que quedo conmigo como secreto absoluto. -

Cor (llorando): - Carmelita, las últimas palabras de Ruperto fueron "ruego que me disculpen, me quise quedar pero no voy a poder verlos". Evidentemente se refería a ustedes y se quería quedar en la ciudad para verlos aunque fuera un momento. Toda persona lleva algún sentimiento bueno en su alma. Solamente es cuestión de que alguna vez puedan demostrarlos. -

Corina y Carmelita se abrazaron. Lloraron. Una, por haber sido, junto con otras personas, la que mató al padre de su sobrino. Otra, por el amor de su vida que no pudo materializarse.

Corina informó a Rocío, Antón y Doriana lo que había descubierto.
Todos fueron a sufrir en soledad por un tiempo lo que le correspondiera de toda esa situación.

Fin.

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NOTA DEL AUTOR. La mayoría de los diálogos de este libro (y de algún otro anterior) están redactados en estilo teatral y coloquial, solamente por el hecho que, en mi humilde opinión, es más simple a fin de seguir las secuencias sin esfuerzos y al mismo tiempo más agradable literariamente. De no resultar así para los estimados lectores ruego sepan disimular y disculpar esta licencia.

Sirva este corto libro como simple homenaje a todas aquellas personas de cualquier nacionalidad, raza, credo o religión hayan sufrido lo efectos de la maldad de terceros. Pienso que dentro de todo el género humano hay una gran dosis de bondad y muchas veces una tendencia, que puede ser mayor o menor, a la maldad. Está en la fuerza espiritual, cerebral y física de cada persona la posibilidad de sostener y aumentar la dosis y combatir y hacer desaparecer la tendencia.

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Carlos Jorge Mañá, nacido el 8 de Junio de 1951 en Buenos Aires, República Argentina. Traductor Público Nacional del idioma inglés. Fue gerente de cuatro empresas relacionadas con el transporte marítimo y una relacionada con la exportación de cereales. Con domicilio en Buenos Aires y con un cariño especial por una ciudad costera que visita con su familia varias veces al año y que ha inspirado varios de sus relatos. Su familia le inculcó, por el lado artístico, literatura, pintura y música; por el lado ético honestidad, lealtad y justicia y por el lado físico deportes. Misma actitud que él tomó con sus hijos, resultando de esto un creativo y una profesora de música y cantante. Casado con una mujer excepcional que siempre lo apoyó en todo lo que hizo y especialmente, junto con toda la familia, en algunos momentos de situaciones muy difíciles. Hace largos años que escribe, siempre en forma de relatos cortos, muy afecto a las historias de investigación policial y a las de vivencias diarias. Ahora se ha decidido a someter a la indulgencia del lector parte de sus narraciones para el caso que, a dicho lector, no le resulte lo atractivo que esperaba de las mismas. Sin embargo, deseando que quien lea estas pequeñas obras pase un rato muy agradable disfrutando de sus personajes, que, en muchos casos, se reflejan en sí mismo como una fantasía que le faltó concretar.

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OTRAS OBRAS DEL MISMO AUTOR PUBLICADAS POR INTERNET:

LA CARTA. Libro por: Carlos Jorge Mañá. Disponible en: https://bitbooklite.com/p/ebook/?id=13277

CRISTANTE. (1). Historias policiales a la orilla del mar. LA PLAYA DE LA PRINCESA. Libro por: Carlos Jorge Mañá. Disponible en: https://bitbooklite.com/p/ebook/?id=13292

CRISTANTE. (2). Historias policiales a la orilla del mar. TRIGO ROJO. Libro por: Carlos Jorge Mañá. Disponible en: https://bitbooklite.com/p/ebook/?id=13381

CRISTANTE. (3). Historias policiales a la orilla del mar. CUATRO ROCAS. Libro por: Carlos Jorge Mañá. Disponible en: https://bitbooklite.com/p/ebook/?id=13420

CRISTANTE. (4). Historias policiales a la orilla del mar. TRUCO FALLIDO. Libro por: Carlos Jorge Mañá. Disponible en: https://bitbooklite.com/p/ebook/?id=13512

CRISTANTE. (5). Historias policiales a la orilla del mar. COSTA SUD. Libro por: Carlos Jorge Mañá. Disponible en: https://bitbooklite.com/p/ebook/?id=13672

SALGARI. LA AYUDA DE UN ESCRITOR. Libro por: Carlos Jorge Mañá. Disponible en: https://bitbooklite.com/p/ebook/?id=13786

ROCÍO. LA INTRÉPIDA. Libro por: Carlos Jorge Mañá. Disponible en: https://bitbooklite.com/p/ebook/?id=13997

AMOR, DESPECHO, CRIMEN. Libro por: Carlos Jorge Mañá. Disponible en:
https://bitbooklite.com/p/ebook/?id=14303

SUSURROS INQUIETANTES. Libro por: Carlos Jorge Mañá. Disponible en:
https://bitbooklite.com/p/ebook/?id=14688

SOMBRAS EN LA ESPALDA. Libro por: Carlos Jorge Mañá. Disponible en:
https://bitbooklite.com/p/ebook/?id=15385

EL TREN DEL PARQUE: Libro por: Carlos Jorge Mañá. Disponible en: https://bitbooklite.com/p/ebook/?id=15761