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El Susurro del Bosque


Sinopsis
Un antiguo bosque está plagado de leyendas sobre espíritus que susurran en la oscuridad. Nadie se atreve a acercarse, excepto una joven que no cree en los cuentos. Al adentrarse en el bosque, descubre que algunas historias no son solo leyendas.

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado por un espeso bosque, una joven llamada Lila. Era conocida por su valentía y su escepticismo ante las supersticiones que aterraban a los demás. Los aldeanos siempre decían que el bosque estaba maldito, que sus sombras escondían secretos oscuros y que por la noche se oían susurros extraños que venían de lo profundo de la espesura. Nadie se atrevía a entrar al bosque después del atardecer, y los más viejos susurraban historias de almas perdidas y criaturas extrañas que acechaban entre los árboles. Pero Lila, quien nunca había creído en esas historias, decidió que sería ella quien desmentiría esas leyendas. A la caída del sol, con la luz de la luna llena iluminando su camino, se adentró en el bosque.
Los árboles parecían susurrar al viento, pero Lila no les prestó atención. Caminaba decidida, riendo en su interior ante las viejas historias. Sin embargo, a medida que avanzaba más profundo, el ambiente comenzaba a volverse extraño. La luna se ocultó detrás de nubes oscuras, y una neblina espesa comenzó a envolver los troncos. Un escalofrío recorrió su espina dorsal, pero la joven se negó a dar marcha atrás.
De repente, un susurro suave pero claro llegó a sus oídos, como si una voz le hablara directamente al oído. “Vete… vete ahora…” Lila se detuvo en seco, su corazón comenzó a latir con fuerza, pero rápidamente se reprendió a sí misma. “Es solo el viento. No soy una niña asustada,” pensó, y siguió caminando.

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El susurro se repitió, más fuerte esta vez: “Vete… o serás una más…” Lila sintió cómo una extraña presión comenzaba a envolver su cuerpo, como si el aire mismo la estuviera aprisionando. Se giró, pero no vio nada. Solo sombras, y más sombras. Decidió que debía ser una ilusión, una broma de la naturaleza. Pero cuando intentó dar un paso hacia atrás, una figura apareció frente a ella. Era alta y delgada, envuelta en una capa de oscuridad, con ojos brillantes como estrellas lejanas. Lila dio un paso atrás, aterrada.
La figura no hablaba, pero su presencia llenaba el aire con un frío que parecía calar hasta los huesos. Lila intentó correr, pero las sombras parecían tomar forma, alargándose y cerrándose alrededor de ella. Cada paso que daba en su huida parecía hacer que el bosque se volviera más denso, como si el suelo mismo la absorbiera.
Entonces, los susurros se hicieron más intensos, ahora eran miles de voces, todas hablando en un idioma extraño que Lila no podía entender. La joven tropezó y cayó al suelo. Cuando se levantó, se dio cuenta de que no estaba sola. A su alrededor, figuras fantasmales emergían de la niebla, sus rostros pálidos y ojos vacíos. Cada uno de ellos parecía haber sido una persona, tal vez alguien que había entrado al bosque y nunca salió. Sus rostros mostraban un terror eterno, como si estuvieran atrapados en una pesadilla sin fin.
La figura oscura que la había observado dio un paso adelante, y con voz profunda y resonante, susurró: “¿Ves ahora lo que sucede a los que no escuchan las advertencias?”

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Lila intentó gritar, pero su voz se desvaneció en la niebla, como si el aire mismo se la hubiera robado. La figura se acercó a ella, sus ojos brillando con una intensidad que la cegó momentáneamente. “Ya es tarde para escapar,” dijo la figura. “Aquí perteneces, como todos los demás.”
Lila intentó moverse, pero su cuerpo se sentía pesado, como si hubiera perdido todo su vigor. La oscuridad la rodeó, y sus gritos se ahogaron en la nada. Los susurros se apagaron, y todo quedó en silencio.
La mañana siguiente, el pueblo despertó con la noticia de que Lila había desaparecido. Nadie sabía dónde había ido, pero algunos viejos murmuraban entre sí, diciendo que había sido tomada por los espíritus del bosque. Nadie se atrevió a buscarla, pues sabían que, como tantas veces antes, el bosque había reclamado otra alma.
Desde entonces, se dice que los susurros del bosque se escuchan con mayor frecuencia, y que quienes no creen en ellos, como Lila, pronto se convierten en parte de las sombras que acechan entre los árboles. Las leyendas del pueblo nunca fueron desmentidas, y el bosque sigue siendo un lugar prohibido para todos aquellos que valoran sus vidas.

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